Ser «hispster» tiene un precio.

Ser hipster está de moda, y esa moda tiene una serie de características: llevar gafas de pasta, vaqueros ajustadísimos, zapatillas Vans, escuchar  música ‘indie` y asistir a festivales musicales. Lo últmo: llevar barba.

Si hace unos años predominaba la lucha contra el pelo, actualmente es todo lo contrario. Entonces lo que se buscaba era el sujeto “metrosexual”, aquel hombre cuyo cuerpo brillaba por la ausencia de pelo. Piernas y brazos totalmente depilados, torsos tan suaves como la piel de un bebe, cejas perfectamente depiladas (sin un pelo de más) y mejillas relucientes  de crema.

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Pues ahora, todo esto en vano, lo que se busca es un rostro más duro y salvaje, arrebatadoramente masculino. Y es que, sólo ha bastado con ver lo bien que le queda a un par de modelos y actores para que esto esté en primera línea, y todo hombre haya decido dejarse barba.

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Ahora bien,  ¿qué es de aquellos pobres chicos condenados a tener siempre esa carita de jovenzuelo, que ya no se lleva nada,  por ausencia de pelo?. Para estos casos ya tenemos a los rápidos neoyorquinos cuyas clínicas estéticas vuelven a tener la solución: el implante de pelo facial.

No se trata de un técnica especialmente nueva, sin embargo en lo últimos años ha incrementado su clientela extraordinariamente. Antes de que esto fuera una moda, esta técnica de barbas y bigotes, la demandaban aquellos hombres que querían ocultar cicatrices o marcas de acné muy pronunciadas. O también transexuales que no obtenían los resultados deseados con los tratamientos hormonales.

Ahora la utilizan esos “jovenzuelos”  que quieren obtener un look más maduro o ejecutivos que persiguen un toque de viril distinción.

 Tratamiento:

Implantarse una barba entera pude costar entre 5000 o 6000 euros, aunque si se persigue disimular zonas que no son suficientemente pobladas puede salir por 1500 o 200 euros.

El proceso es muy similar al de cualquier otro injerto capilar. A pesar de que hay zonas del cuerpo donde parece que el pelo que crece se asemeja más al de la barba, el cabello que emplean en este caso se toma de la nuca. Aunque su grosor es menor, responde y se disimula bastante bien.

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El implante se realiza aplicando anestesia local a la zona. Se trata de una operación sencilla, de la que el paciente se repone en horas. La barba injertada termina cayéndose, pero en cuestión de meses vuelve a aparecer. Este nuevo pelo, que se puede peinar, recortar o afeitar igualmente que el cabello de la zona de la que fue extraído. Si bien es cierto que tiene un crecimiento algo más lento que el resto de la barba, detalle que nadie será capaz de descubrir.

Tampoco quedará ninguna huella en la zona donante donde el único rastro de la intervención será una cicatriz lineal de un milímetro de ancho y completamente invisible, escondida por el pelo, que solo la pondrá al descubierto un rapado completo.

Se trata de una moda de pleno auge en Nueva York y Londres, que en nuestro país está siendo progresiva pero que no tardará mucho más en ser una tendencia imparable.

Fuentes:

La Verdad